
Ayelén Attonaty y Federico De la Cruz, son gualeguaychuenses y comenzaron a recorrer la Argentina en bicicleta. Dijeron que “lo más lindo de los viajes son las personas, los amigos. Después te cuesta mucho irte de algún lugar por eso”.
Ayelén Attonaty y Federico De la Cruz, dos jóvenes de Gualeguaychú, decidieron emprender una aventura única: recorren Argentina en bicicleta. En el transcurso de un año y medio, lograron hacer 15.000 kilómetros y pasar por 15 provincias del país. Con una historia llena de vivencias y emociones, destacaron la cercanía con la gente como uno de los aspectos más enriquecedores de su travesía. “La experiencia de ir en bici te acerca mucho a la gente, parás en todos los pueblos”, señalaron, mostrando cómo este medio de transporte ha sido una puerta abierta a la interacción con personas de diferentes lugares.
Durante su recorrido, Ayelén y Federico destacaron la diversidad de kilómetros recorridos a diario, dependiendo del terreno y el clima. “En la primera vuelta no hicimos muchos kilómetros, pero en la segunda hicimos 145 un día y al otro 125, después habremos hecho 10 o 15, con viento a favor esto. Pero en otros lados más fríos hemos hecho máximo 10. Depende mucho del clima”, comentaron sobre la cantidad de distancia que podían recorrer en un solo día.
Además, la pareja de viajeros destacó la importancia de llevar “el refugio que es la carpa, las cosas de cocina, y no mucho más” para poder acampar y pasar la noche durante el recorrido.
Desafíos en el camino: lluvias, refugios y hospitalidad local
La travesía no estuvo exenta de obstáculos, como las fuertes lluvias que encontraron en ciertas regiones del país. “En Misiones hemos estado hasta 10 días parados por las lluvias, por el tema de la selva que se necesita mucha agua, ahí llueve a baldazos”, relataron sobre su experiencia en la provincia del noreste argentino.
En esos momentos, Ayelén y Federico no dudaron en recurrir a refugios improvisados, como el cuartel de bomberos en el que se hospedaron durante su estadía. También mencionaron haber pasado la noche en polideportivos, iglesias, estaciones de servicio abandonadas y hasta debajo de puentes en situaciones de emergencia.
Pese a las adversidades climáticas, lo que más les sorprendió fue la hospitalidad de la gente. Según relató Federico a Maximaonline, nunca tuvieron problemas con la inseguridad, a pesar de que inicialmente sentían cierto temor por viajar por rutas alejadas.
“La gente se nos ha acercado para ver si precisábamos algo, nunca nos pasó algo. Nosotros también teníamos ese miedo, pero no nos pasó nunca, la gente se te acerca para ayudarte o recomendarte lugares para visitar o acampar”, dijo con una sonrisa. Estos gestos de amabilidad y apoyo les permitieron sentirse acompañados y seguros durante su largo viaje.
Encuentros y reflexiones: lo que más queda de un viaje de este tipo
Lo que más valoran de esta experiencia, según explicaron, son las personas y los vínculos que se crean a lo largo del camino. Para Ayelén y Federico, cada encuentro es una historia, y eso es lo que más les queda de su experiencia. “Lo más lindo de los viajes son las personas, los amigos. Después te cuesta mucho irte de algún lugar por eso, uno piensa que va a viajar y va a estar solo pero hay mucha gente viajera de distintas formas”, reflexionaron. En cada pueblo, en cada parada, hicieron amigos que se unieron a su travesía y los acompañaron por el mismo sendero.
Para financiar su aventura, la pareja tuvo que improvisar y recurrir a diversas estrategias, como la venta de pulseras, stickers y otras artesanías. “Vendíamos pulseritas, stickers, artesanías, y cositas chiquitas para sobrevivir, y con eso andábamos bien”, concluyó Ayelén.